La crisis invade todos los rincones de la sociedad. Incluso, la fecundación in vitro. La Unidad de Reproducción Asistida del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), que actúa como referente en la región, ha recibido un 15% más de peticiones este año. Su director, Ignacio Fernández Arnott, lo vincula con la crisis económica y también con las mejoras introducidas en el servicio, que ha aligerado sus abultadas listas de espera que otrora llegaron a los dos años. La del HUCA es la única unidad de carácter público del Principado.

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Aquí el coste de las técnicas, muchas de ellas muy caras, corre a cargo de las arcas regionales.
Arnott asegura que en los últimos años el volumen de parejas y mujeres solas que desean iniciar un tratamiento ha aumentado, «pero nunca tanto como este año». De ahí, que considere que detrás de ese incremento se esconda la crisis económica. Este experto recuerda que en los centros privados el precio de las terapias va de 4.500 a 7.000 euros. «El coste depende de la técnica que se tenga que emplear en cada caso». A esto «hay que sumar la medicación, entre los 1.500 y 2.000 por ciclo. Muchas parejas no pueden hacer frente a este gasto y menos en plena crisis».
Diagnóstico preimplantacional
Pero apreciaciones económicas al margen, las peticiones para someterse a reproducción asistida crecen año a año. Hace cinco años, el HUCA atendía a 400 parejas. Ahora, ve a 700. La demanda aumenta a pesar del handicap que tienen las unidades públicas, donde las esperas son elevadas, el tope de admisión de las pacientes está en los 40 años y donde no siempre se puede disponer de todos los tratamientos. En el caso del HUCA, el abanico de terapias es amplio. La unidad hace inseminación artificial, tanto con semen de la pareja como de donante, fecundación in vitro, ICSI y biopsias testiculares. Desde hace tiempo atiende a parejas lesbianas y acaba de incorporar el diagnóstico genético preimplantacional. Lo único que aún no puede ofertar es la donación de óvulos. Y no porque no quiera, sino porque no se puede. «Las mujeres que dan sus óvulos suelen recibir una compensación económica porque deben someterse a una estimulación y a técnicas algo invasivas, como es la punción y la extracción de ovocitos. La sanidad pública no puede pagar por las donaciones, de ahí que esa técnica no la podamos incluir», precisó.
Arnott también vincula el incremento de las peticiones a un factor social: «La maternidad se ha retrasado y muchas mujeres cuando se deciden a ser madres se encuentran con que no pueden. Además, se ha perdido el tabú que existía hacia la reproducción asistida. Ahora es normal que una mujer no se resigne y busque la alternativa en este tipo de técnicas». El problema, avanza, es que muchas veces las parejas llegan tarde. En la sanidad pública el tope para iniciar un ciclo de reproducción está en los 40 años. «Se dan casos de mujeres que han estado cinco años intentando quedar embarazadas y consultando especialistas. Te llegan aquí con 38 ó 39 años y no las puedes atender, porque quedan fuera del protocolo. Y claro, se cabrean». Arnott aboga por revisar algunos de estos criterios. «Habrá que empezar a plantearse si tenemos que elevar la edad de las mujeres a tratamiento, porque es una demanda social muy importante».
Menos demora
Hoy, son 700 las parejas que aguardan por un tratamiento in vitro. La espera sigue siendo algo elevada, pero menor que la de hace dos años. El hospital puso en marcha en el verano de 2009 un plan de choque. Entonces, la demora superaba los 24 meses. Ahora está en 16 y Arnott confía en que a mediados de 2011 baje a medio año. Así, Asturias tendría una de las esperas más bajas de las registradas en las unidades de reproducción que funcionan en la red pública española. En Madrid, la espera está en cinco años y en Andalucía, en cuatro.
La mejora en los tiempos de espera fue una apuesta decidida de la gerencia del HUCA, apunta Arnott. El centro aprobó la inversión para crear un laboratorio de andrología y otro de embriología. También se dotó al servicio de dos embriólogos más.
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